Ya instalado en esta enorme ciudad me sobran temas que contar. Cada día me adapto más a su dinámica y cada vez siento menos ganas de regresar, aunque esas nunca se extinguirán y volverán en cualquier momento con mayor intensidad. Pronto visitaré la ciudad de Montevideo de la que no tengo grandes referencias, pero sin embargo, iré a ver a la selección vinotinto de fútbol tratando de reeditar aquel “centenariazo” de hace cuatro años. En Buenos Aires aparte de conocer buenas y nuevas amistades he podido asistir un par de veces al teatro, un montón al cine, sobre todo a ver películas que en Venezuela jamás veré o por lo menos no en Barquisimeto, y lo mejor hasta ahora ha sido ir al concierto de Jorge Drexler, cuya entrada, en unos de los mejores lugares (Platea muy cerca del escenario), según mis gustos, apenas me costó 100 bolívares fuertes. De Drexler le admiro esa capacidad de hacer buena música con tan pocos recursos y hasta llegar a innovar. Estuvo en el Gran Rex, lo que me permitió conocer también este bien dotado teatro. Los estudios cada día se hacen más intensos, ya llega la hora de entregar un buen número de trabajos, sólo me preocupa uno que debo hacer para teoría de la opinión pública y es porque no he encontrado un tema que me motive a escribir (ya tendré que conseguirlo). Tiempo es lo que me sobra y eso por un lado me agrada por el otro me aburre, quiero un trabajo serio, actualmente hago una investigación para una gente en Venezuela pero es poco el tiempo que le dedico porque no es mucha la responsabilidad, pronto espero conseguir algo más relacionado con mis competencias, ya metí un par de currículo y sólo me queda esperar. Un aparte en todo este cuento se merece el viaje que hice junto a cuatro buenos amigos (Gregory, Nathaly, Alex y Eugenio “Paletta”) a Bariloche. Tomamos un carro con apenas 150 kilómetros y lo regresamos con más de 4500 luego de pasar por Neuquén, San Martín de los Andes, Villa Angostura, Bahía Blanca, Santa Rosa, Mar del Plata y por supuesto el ya citado Bariloche, lugar hecho para el disfrute, buena comida, lindos paisajes y clima agradable.
No todo ha sido color de rosa, también me robaron y aunque no fui yo el afectado, debido a que lo único que sacaron del bolso fue un monedero de una amiga, el incidente me ha llevado a tener mayor cuidado (jamás pongo cuidado). Y Aunque fue desagradable, igual sigo pensando que Buenos Aires es un buen lugar para vivir. (Son muchos más los temas luego de dos meses de estadía que muy probablemente vengan en otro post aburrido).